Cada año cientos de miles de toneladas de desechos son arrastrados a las costas.
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Uniatlántico lidera estudio que descubre fuentes "invisibles" de contaminación costera

El trabajo de los investigadores fue publicado por la revista Marine Pollution Bulletin.

Un equipo de investigadores de la Universidad del Atlántico publicó un estudio pionero en la revista Marine Pollution Bulletin que redefine la forma en que se aborda la contaminación costera a nivel mundial.

El trabajo, realizado en colaboración con el Institut français de recherche pour l’exploitation de la mer (Ifremer, Francia) y la Grand Valley State University (Estados Unidos), se centra en fuentes de contaminación que han pasado desapercibidas para la mayoría de los gobiernos y científicos.

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El artículo, titulado “Presiones invisibles: una revisión global de las fuentes de contaminación costera no convencionales y sus impactos ambientales”, es el primero en su tipo al ofrecer un análisis global de estas problemáticas.

Este estudio es un llamado de atención sobre los riesgos ambientales que representan estas contaminaciones ocultas y sienta un precedente para que la comunidad científica y los gobiernos revisen sus estrategias de protección de las zonas marino-costeras.

El plástico es uno de los desechos que más contamina las zonas costeras.

Tradicionalmente, los estudios sobre contaminación marina se han centrado en descargas industriales, aguas residuales urbanas o actividades portuarias. Sin embargo, la investigación demuestra que existen múltiples fuentes “no convencionales” de contaminación, que incluyen:

* Rituales religiosos y culturales.

* Eventos masivos como carnavales, conciertos o festivales en playas.

* Prácticas funerarias y entierros en zonas costeras.

* Actividades ilícitas como el narcotráfico y la minería ilegal de arena.

* Turismo descontrolado, deportes y usos comerciales efímeros.

* Incluso restos de cohetes espaciales y equipos científicos abandonados.

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Estas actividades, aunque diversas, tienen un punto en común: contaminan ecosistemas sensibles como playas, arrecifes, manglares y estuarios sin estar reconocidas ni reguladas por los marcos ambientales actuales.

El estudio propone por primera vez, una clasificación novedosa que explica por qué estas fuentes permanecen ocultas bajo lo que llaman un “marco de invisibilidad”, compuesto por cinco dimensiones:

* Cultural (toleradas por tradición o espiritualidad).

* Conductual (acciones dispersas y recreativas).

* Situacional (crisis, desplazamientos, emergencias).

* Institucional (lagunas legales o falta de mandatos).

* Perceptual (actividades normalizadas o vistas como inofensivas).

Esta tipología es la primera propuesta global para reconocer, clasificar y gestionar este tipo de contaminación.

"El trabajo refleja la importancia de la cooperación científica internacional. La participación del Ifremer (Francia) aportó una visión integrada de la gestión ambiental y de los retos de gobernanza en contextos europeos y mediterráneos, mientras que la Grand Valley State University (EE. UU.) contribuyó con la perspectiva geológica y de manejo costero en Norteamérica", explicó el profesor Nelson Rangel-Buitrago, autor principal del artículo.

Este esfuerzo multinacional refuerza la validez global del estudio y subraya la necesidad de respuestas conjuntas para un problema que trasciende fronteras.

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Rangel-Buitrago añadió que "con este estudio queremos ampliar la conversación sobre la contaminación marina. No basta con controlar los puertos y las industrias; hay que reconocer que prácticas culturales, turísticas o informales también están afectando gravemente a nuestros ecosistemas”.

El equipo señala que este trabajo abre un nuevo frente de acción en la gestión ambiental y en la gobernanza costera, clave para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, particularmente el ODS 14 sobre vida submarina.

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